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Liderazgo de vida después de la crisis

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Por el Dr. Sergio L. Ibarra

Las dimensiones del colapso social, económico, tecnológico y ético que ha creado el COVID-19, generarán un cambio discontinuo en las conductas, emociones, preferencias y expectativas de los individuos como ciudadanos, empleados y consumidores. La humanidad tiene ahora una definición mucho más precisa de lo que constituye una amenaza que ponga en peligro la vida cotidiana.

Atendiendo a que, como en toda crisis, la primera necesidad es el control de daños, en este caso la salud, la segunda sería conservar el empleo. Quienes lo entiendan y convoquen a su personal, a la ciudadanía, a empresarios y gobiernos para contener esta grave consecuencia, serán los que menos van a sufrir de otros daños colaterales, como el incremento de la inseguridad.

Quienes se detengan a observar e imaginar cómo aprovechar los aprendizajes de esta crisis para construir una comprensión más amplia de las transacciones con clientes o con la población, según el caso, con una trazabilidad más detallada, mayor transparencia, visibilidad y sensibilidad, tendrán éxito y saldrán de este trance de parálisis económica, con nuevas soluciones, con nuevos servicios y con nuevos productos.

Los cambios y su impacto en la cultura de cómo hacemos las cosas, cómo trabajamos, cómo gobernamos y cómo usamos la tecnología, traerán segmentos de mercado emergentes y roles de distintas funciones en las empresas y gobiernos, que surgirán en las próximas semanas y meses.

El e-commerce que ya representa un cambio cultural con un crecimiento exponencial en el mercado nacional en los últimos 24/ 30 meses, se podría reforzar modificando el comportamiento del consumidor y del ciudadano, no solo durante la crisis, sino para siempre.

La búsqueda de mayores niveles de productividad para superar la crisis, traerá consecuencias, entre ellas: la proliferación de la desintermediación, el surgimiento de una mayor integración económica local, regional y nacional, y en contraste, una disminución de las cadenas de suministro globales, así mismo, un incremento en la adopción del Home Office, que si bien ya lo había previo a la crisis, este tiempo hará replantear quiénes pueden trabajar desde sus hogares de manera permanente.

La crisis revelará vulnerabilidades, pero también nuevas formas de liderazgo. El reto será aprender a liderar sin un guion y confiar en que descubriremos nuevos conocimientos que fortalezcan nuestro "no saber". A enlazar los números, las mentes y las emociones de quienes dirigen.

A medida que se haga un esfuerzo por comprehender la dimensión del impacto del COVID-19 tanto el inmediato, como el que se dará en las próximas semanas y meses, estaremos ante una reflexión no solo sobre esta crisis de salud, sino también, sobre una inminente revolución de la cultura de la higiene y la limpieza, de un replanteamiento del orden social y ético, así como de los sistemas tecnológico, financiero y económico prevalecientes.

Sin embargo, ante esta y otras crisis que puedan llegar y amenazar la estabilidad de nuestra “normalidad”, solo existe una manera de afrontarlas con éxito: crecimiento profesional. Solo a través del conocimiento y la preparación se obtienen las herramientas y habilidades necesarias para salir vencedor en cualquier batalla.

Ya sea una maestría en alta dirección para impulsar el crecimiento de tu empresa, un diplomado en inteligencia laboral para crear un ambiente sano y seguro dentro de tu equipo de colaboradores o cualquier otro programa que te ayude a potencializar tu futuro, el desarrollo profesional es clave para enfrentar los retos que esta "nueva normalidad" nos planteará y salir avante.

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